lunes, 1 de mayo de 2017

duda


No me dejes…, no me dejes. Dos veces lo dijiste, sin mirarme. Y yo, furiosa de dolor, de amor, de impotencia, te avisé sin pensar, te rogué, mi corazón mediante: “Voy a quedarme si me prometes que serás feliz.” Sólo para que no te fueras de mí, impuse una sinrazón desesperada. Y vos me contestaste, muy serio, con esa seriedad que te sale tan fácilmente como la sonrisa con que le contestaste a ella: “Te lo prometo”. Y yo sentí tu voz (qué vergonzosa torpeza!) como un bálsamo para mi tristeza.
Desde entonces, soy la que acompaña de lejos tu vida, con ratitos de amante, sólo con instantes de íntimos abrazos y besos hambrientos, haciendo que a mi amor no le importa que te vayas a ser feliz con ella; con una disfrazada deshonra de mí misma que apenas reconozco.
Te alimentas de mi alma y de mi mente, como de una fuente de agua fresca, mientras proyectas tu vida con ella. Apenas con esa promesa que es otra promesa para ella y ninguna para mí.
Como una mariposa esclava de su libertad, te vuelo de lejos impulsada por el airecito suave de tu voz; me miento que soy libre de irme a buscar otra mirada o quedarme prendida de tus ojos; me resigno a que mis alas me lleven hasta vos, siempre con la alocada esperanza de que no me cuentes otra vez cómo es que recorriste otro tramo de camino hacia tu vida con ella.
Pero esta vez, en estos días de tu ausencia silenciosa, cautelosa, comprometida, ha empezado a dolerme el amor por todo el cuerpo: se me acalambran los dedos de caricias impotentes, de las que ya sabes; se me humedece de ardores la mirada; no encuentro las risas porque sí de cuando me iba enamorando de vos y el corazón me inventa llantos silenciosos, que me apuñalan entre el esternón y la espalda.
Es decir, me he mirado en el espejo y no me he visto feliz.
Y me acordé, de pronto, con un escalofrío de alivio, que siempre, siempre, siempre, no importa cómo me sangre por dentro, me voy de los lugares en los que no soy feliz.
También me acordé que te lo avisé antes de tu promesa, oxímoron de mi felicidad.
Es decir, no sé qué será de esta mariposa, si decide ser una mujer parada frente a su espejo.
Hoy es sólo que te quiero tanto y que aún me quedan restos de esa atolondrada, desvencijada esperanza de que un día te enamores de mí, además de necesitarme.
Y entonces, decidas elegirme.  
Pero…. y si no me eliges?

imagen extraída de internet

2 comentarios:

  1. Qué lindo es leerte, sentir cada una de tus letras entrando directo a mi alma. Siempre dije que las relaciones no tienen rótulos mientras los participantes sean felices, que no hay lugares en la escala del amor. Los amantes pueden amarse tanto como los esposos o más. Pero cuando en cualquiera de esas posiciones uno deja de ser feliz, hay que volar, hay que dejar que la mariposa deje el capullo de la hipocresía y vuele hacia su libertad.
    Un beso enorme.

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  2. La felicidad no tiene que tener amarre alguna

    Besos

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