domingo, 19 de mayo de 2013


a mí, que soy gorda y golosa, Teriri me ha regalado un combo de premios con tal que me "desnude" un poco más ante ustedes y, aunque no es mi costumbre, es tarde grisecita de domingo y es otoño, así que me doy este recreo.

*siete prendas en mi cajón que me hacen más linda la vida:
1.- una preciosa conversación con mis hijos, con amigos, con alguien.
2.- quedarme sola con Cleo.
3.- el taller de arte de los miércoles.
4.- Miralunas escribiendo.
5.- el libro que estoy leyendo.
6.- vino, pan y queso cuando la vida lo requiere.
7.- otro collar para mi colección.

*cinco mentirijillas piadosas (para mí) que llevo siempre en mi cartera:
1.- estoy presa en el subte!
2.- no te he atendido porque estaba en la ducha.
3.- si, si, ya he pedido hora para un chequeo.
4.- no, no! no me molesta tu crítica.
5.- no importa que me hagan caso!

*seis respuestas que se pueden elegir:
1.- ¿cine o DVD?  cine.
2.- ¿chocolate negro o blanco? negro.
3.- ¿unitario o saga?  unitario.
4.- ¿caramelos o gomitas? caramelos.
5.- ¿película o serie? película.
6.- ¿pizza o hamburguesa con papas? Pizza!

 gracias, teriri bonita!
ha sido muy divertido!

jueves, 16 de mayo de 2013

este jueves: la fiebre del oro


José era un comerciante viejo, rico y solo de la peor soledad: esa sin recuerdos del amor.
Ana era joven, rubia y sola de esa otra soledad terrible: la de la calle.
así es que un día empezaron a mirarse, Ana le pidió una moneda con esa mirada prometedora de los que no saben de promesas, José le dió un billete de los grandes y le dijo que se bañara. 
la chica fue a la gasolinera donde cambiaba favores y se higienizó cuidadosa y seriamente. y asi, limpia y peinada, se compró ahí mismo, en el Once un vestidito de lana que en su cuerpo parecía de diseño y unos zapatos azules como de cenicienta.
se paró como una niña en la puerta del negocio de José que la miró como un condenado sin razones.
-me invitás a comer?
-te invito.

José se lanzó en la vida de Ana como aquellos buscadores de oro, febril, atormentado y sintiéndose siempre hambriento de la esquiva esperanza.
Ana lo recibió como una esclava de su desvida cotidiana, de lo que le tocara; y se fue puliendo como una pepita entre el canto rodado de ese río de pasiones entre el desamor y la calle: de callejera a reina.
y José sintiéndose mas rico siendo su esclavo, se enjuveneció poderoso de deseo.

 el gerente del hotel de pasajeros vecino a su comercio fue el que le contó.

la miró dormir, dorada y traicionera; se miró las manos, y silenciando alaridos ahogados de desolación, se mató después de matarla, febril y atormentado como aquellos buscadores de otras muertes. 

Once: barrio muy comercial, con precios muy accesibles en vestido y muuuy variopinto en su humanidad.


otro afiebrados en casa de Jwan Carlos

viernes, 10 de mayo de 2013

jueves de corazón contento y juego de palabras




buen día, Edelmira querida!
este viejo se ha despertado chispeante y zalamero como en su juventud, gracias al olorcito de tu pan al que le pones siempre un torrente de ajonjolí.
ay, mi linda, què bella palabra ésa, cierto? a jon jo lí!  te pone burbujas en la lengua y te hace tintinear el alma. la sientes, Edelmira?
ay, querida! verte reir me trae siempre un oleaje de alegría y deseo al cuerpo que me lleva al tiempo del amor caliente, cuando vos me mirabas y me dejabas la piel en tirillas.
ahora mismo, cuando te miro mirarme de esa forma, y siento tu mano en mi mano, parece que nunca este tipo hubiese sido malo y lábil contigo, y sin embargo…
pero  vení,  mirá cómo han florecido locamente la azalea y el malvón, con este solcito de otoño que entibia nuestro balcón!
dame ese beso que te sale cada vez como si fuera el primero y abrazame, Edelmira, abrazame que tengo tan contento el corazón que no me importaba morirme mañana, si no fuera por este amor de cincuenta años que me revive y me revive…

(Edelmira lo abraza como una muchacha mientras piensa que ya no dejará de ponerle ajonjolí al pan).


las palabras coloreadas son la consigna del juego. mas juegos con San


jueves, 2 de mayo de 2013

jueves de emociones: dolor


me lo dijiste así, como contándome un chisme, un corrillo para pocos; y yo no supe como abrazarte sin abrazar mi propio miedo. mi tristeza egoísta. me enojé un poco y te dije una guarrada como hago siempre que no sé cómo hacer. "no me vengas con ésas, vos sabés que si querés, salís." pero el alma me latía a contramano: la voz se te puso chiquita cuando vos, grandulón indomable, me contaste: "estoy asustado". 
y ahora ando así, con la pena apretándome la garganta, con el miedo de una niña a oscuras y el enojo de no poder hacer nada, si no desear que sufras poco y que puedas más que el puto fantasma que te habita.
y si te encuentro hoy en la oficina, darte un beso como siempre. no, como siempre no. con el corazón transido de congoja, rogando porque la esperanza, esta vez, no sea traidora, compañero amigo querido.


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