lunes, 26 de septiembre de 2011

domingo



se vistió después de un aseo rápido, desistiendo de la ducha; quería irse.
había transcurrido todo con una crueldad innecesaria.
despedirse de ella justo un domingo a la tarde, lo hacía sentir un imbécil ahora mismo.
habían hecho el amor luminosamente. 
Beatriz estaba feliz como una adolescente: era el primer domingo que estaban juntos.
cuando le dijo que ya no la vería más porque se estaban complicando las cosas con su mujer, ella lo miró como si se estuviera cayendo y le preguntó: "viste que precioso está el geranio que me regalaste?"
luego le volvió la espalda y antes de comenzar a respirar con el ritmo pausado de los que duermen, le dijo suavemente: "no quiero que me avisen cuando te mueras".
él se quedó un momento sentado en la cama, sin pensar en nada. miró un momento el libro cuya lectura habían compartido después de las caricias y las risas de Beatriz, y decidió irse en silencio.
antes de cerrar la puerta escuchó un leve sollozo.
el atardecer de setiembre le asoló el alma.




compartiendo a edward hooper con Ricardo

miércoles, 21 de septiembre de 2011

cartas

    

                                                                 Villa Ángela; 19 de septiembre de 2011.-

Mi querida Celina:
                            Cuando recibí tu última carta, sentí que la vida me castigaba injustamente. Lloré secretamente durante varios días ese inusitado dolor que me causó tu decisión. Tuve que inventar problemas de negocios para justificar mi oscuro humor con Carmen. Le he mentido muchas veces a mi hija, un asombro emocionado por su panza creciente, secándome las lágrimas que me provocaba esa tristeza honda y furtiva que me hace pesado el paso. Ay, por cuántos días tuve ese entreverado sentimiento de rabia y frustración, mientras te cargaba con la culpa de haberme privado de un hijo, santo dios, con qué maldito derecho! Quién te creíste, dueña de qué potestad? Qué autoridad tenías para indicarme que debía entender tu decisión, "para sentir que somos dos valientes a los que el Amor ha salvado de nuevos errores"? Me habías despojado de la ilusión de tu amor, como si nada. Y casi me parecía que no iba a poder perdonarte.
                                Pero hoy, mi hija vino a visitarme con su enorme vientre y su sonrisa de siempre, para decirme que tal vez cuando cambie esta luna o si sucede una tormenta de primavera, a mi nieto se le de por llegar y que le gustaría que yo esté allí. Entonces, le miré la carita con ojos asustados y mientras la abrazaba, mientras le besaba la frente, comprendí todo de golpe.
                                Acompañé a mi hija hasta la puerta y quedé en silencio, mirando para dentro, donde tengo guardada la memoria de tus ojos, de tu boca, de tu pequeño cuerpo, mi querida, pensando en lo que habrá sido de vos en todo este tiempo, sin nuestro hijo y sin mí; sin nadie a quien contarlo, con quien compartir tu miedo, sin mi abrazo y sin mi boca besando tu frente. Qué inmensa soledad habrás sentido con mi silencio de todo este tiempo. Sin ilusiones y sin risas; con nada que alimente el amor que debió ser de los dos y se quedó contigo.
                                 Celina de mi alma, qué egoísta me siento en este momento, pero sin remedio: has hecho muy bien lo que has hecho, ya que yo no hubiera estado a tu lado (ni siquiera sé si te veré otra vez), porque mi vida está acá, donde nací e hice mi familia y mi historia. Claro que estarás siempre en mi corazón, en mi alma, en la memoria que mi cuerpo tiene del tuyo, pero ya ves, hay cosas que no se pueden cambiar.
                                  Aunque afuera es primavera y el aire parece nuevo, has visto? Vos volvés a ser aquella dulce muchacha de mis cartas y yo..., yo soy por miedo a tu olvido aquel muchachito asustado que fui en Malvinas, pero así es la vida, a veces.
                                   Celina, procura ser feliz e intenta para mí un suave olvido, guardando el recuerdo de nuestro desafortunado Amor.
                                                                     Faustino 

jueves, 15 de septiembre de 2011

abrazos y aplausos para él

► mujer azul



ella cambia de vestido
es pájaro y rama
viento desolado y trago de ginebra
latido del reloj y chirriar de una puerta
galope de caballo y palada en la tierra
café desvelado y un niño dormido
niebla de otoño
y leña
sirena de un barco y campana de escuela
tren de madrugada y pueblo perdido
risa del encuentro y dolor del olvido
sombra del bosque 
y calle de arena

y madura en los vinos
y se adornan los pueblos con ella
                                                  
                                                           roberto esmoris lara



"siempre habrá sol aunque en los ojos llueva"
 

y siempre es solaz de mis vendavales, en sus letras, mi querido esmoris

publicado por Roberto esmoris Lara en su blog quenoseademasiadotarde

domingo, 11 de septiembre de 2011

11 de septiembre


En Gualeguay, Raymundo Torres acompañó a su nieta a la Escuela y se emocionó cuando la niñita abrazó a su maestra, la que le ha develado los primeros misterios de las letras y los números, y le dijo: "Este regalo es para vos; lo compró mi mamá. Y estas flores las cortó mi Abuelo Toto, que es el papá de mi mamá. Te quiero mucho!", mientras entregaba sus regalos.
Raymundo ha cambiado una sonrisa apurada con la "Seño" de Sol y vuelve a su casa silbando bajito. En el jardín corta unas margaritas con gesto adusto.
La caja de zapatos está en la parte alta del viejo ropero y tiene que disimular su artritis para bajarla. Con la ansiedad de un jovencito, se calza las gafas y se arrima a la mesa junto a la ventana. Busca en el fondo de la caja, entre las fotografías mas viejas y le tiemblan las manos cuando encuentra su fotografía escolar de cuarto grado en la Escuela N° 8. Espera un ratito a que se le calme la vista y entonces la distingue muy bien: a su lado, linda como era, está su señorita Nilda. Qué enamorado estaba de ella! Un nudo en la garganta lo hace sonreirse. Por ella se hizo carpintero -"él más lindo de los oficios!", decía- pero no se lo pudo contar; en ese tiempo ya no estaba en Gualeguay. Apoyó la foto en su velador y en un vaso puso las margaritas. "Soy un buen carpintero, señorita Nilda!" le contó bajito; y secándose las lágrimas de un manotazo, Toto quiso aún mas a su nieta, por ese recuerdo.
                                                                    
                                                                   *******
En Nueva York, Mary Anne López sale para su trabajo como cada mañana, con la vista perdida, ignorando los uniformes, la tensa calma; baja del bus y camina lento, ignorando también ese pedazo de cielo que hace años no se podía ver. Se sienta en su lugar, enciende la PC, sin mirar las miradas que la miran de esa manera en esa fecha, cada uno de los últimos años. Es solo un momento y luego cada uno sigue con sus cosas. Mary Anne trabaja como una autómata y a las dieciocho apaga su PC, saluda distraída y sale.
Baja del bus y se apresura. Se mira de reojo, por pura costumbre, en la pared espejada del hall de entrada. Ya no tiene su brillante cabello negro, ni el cuerpo turgente. Ni su risa, ni su mirada envolvente de latina. Ya no le queda casi nada a Mary Anne. Solo ese secreto que la hace ser diferente a cada habitante de Nueva York, por estas fechas. Ella no lamenta el desastre. Desde ese día es suyo aquel hombre que ama tanto y que fuera tan ajeno.
Los ojos negros de Mary Anne solo se iluminan cuando escucha ese mensaje que guarda, puntualmente, cada tres días en su viejo teléfono móvil: "Esto es un infierno inexplicable. No saldré vivo. Pero si saliera,elegiría tus brazos", y se enciende otra vez su alma cuando escucha que Richard solloza como un niño.

a mi madre y a las fieles amantes

sábado, 10 de septiembre de 2011

hoy

hoy
me desperté tristenojada
neblinosa
yéndome mientras me quedo
pero después
el solcito ése
la voz de camilo
una charlita necesaria con cupido
-su voz que es igual, pero no-
delinear con cuidado el pestañeo
el gusto mentolado del rouge
quizá
el pañuelo floreado
la peli de amor tan linda
y la mirada soleada de cecilia
el espejo
diciéndome que puedo
que sí
que estoy esperándome.

se abre algo como un camino
y un murmullo de plumas
me inquieta la espalda.