jueves, 29 de julio de 2010

El piano



No tengo de ella la memoria de una imágen concreta; tengo apenas el recuerdo de casi una transparencia silenciosa de ojos muy vivaces en los rasgos de una anciana.
Dicen de ella que hubiera sido una concertista de piano de manos exquisitas; que era una mujer bella; que se enamoró equivocadamente de un aventurero encantador de serpientes que le hizo creer la felicidad y le puso en el vientre y en la vida tres hijos, que desarraigó de toda raiz y luego abandonó a todos para su mejor ver.
Dicen que entonces, ella se salvó en el piano y en sus hijos, en ese orden, trastocando mandatos canónicos de hijos antes que nada.
Su profesor de piano se quedó en uno de esos lugares de los que fue quitada, pero su empeño volvía una y otra vez, porque en esas clases ella retomaba sus sueños. Así regresaba a su casa cada vez. Con la mirada clara, la espalda erguida y hasta la risa fácil. Y sus dedos jugaban en el piano con las manitas de sus hijos y desvastaban por un rato la creciente soledad que nace de ser una desterrada de la propia alma.
Y cuentan que volvía como con una brisa de amor en el pelo.
Hasta que un día volvió con pasos susurrantes como las hojas en las veredas de otoño. Así de tristes. Traía la espalda cargada de un silencio que se le instaló en los hombros y no se fué nunca mas.
Sin dar explicaciones cerró para siempre el piano. Lo cerró como a su vida. Se le enmustiaron el pelo, la piel y las manos. Se le avivó la pena.
Porque hoy hay sol en el balcón y mis flores resisten al invierno provocándolo con primaveras y porque la que me prestó esta historia anda creciendo destellos (en el mes de julio!), me animo a pensar en la inconmensurable, insoslayable tristeza de ese piano tan solo, sin las caricias de sus dedos, que aquella concertista mantuvo en su casa, solo para recordarse, sin descanso, que para ella no era el Amor. 
Esta historia hace un tiempo que me inquieta la yema de los dedos y me escarba el alma, así que la dejo aquí por los Amores que no han sido.
Y por sus sobrevivientes.


imagen: eleusis.nireblog.com

jueves, 22 de julio de 2010

un sombrero claro









alli donde yacen
desmayados o dormidos
los recuerdos de recuerdos
en ese amigable perchero
que el alma instala tras su cancel
ella ha dejado su sombrero claro
y su chalina que se ha perdido
soplada por la brisa de la vida
y ha dejado
silenciosas
las llaves de sus puertas
aunque nunca se las use
por eso de confiar ofrendas
por esas formas de amar
por el abrazo
que se deslía sin abrazar.

sábado, 10 de julio de 2010

gris










él esta sordo.
ella está sola.

él, de no tener,
ya ni tiene encrucijadas.

ella, por perder, 
perdió esa leve pluma azul
y la gracia de su mirada.

cupido,
recogidas ya las flechas,
los mira a distancia.
desangelado.

en la ventana, ni cielo.

un tren se aleja. a lo lejos.


 imagen: haedohistorico.blogspot.com

miércoles, 7 de julio de 2010

río gualeguay


a Nilda Quijano
a Marcelo Suarez de Luna
por lo que ellos saben











la ribera
ese lugar donde fulgura la vida
y sombrea la muerte
mientras el sauce acaricia
la fresca espalda del río
tiene enredada en su largo
la invisible mirada de mi madre

la ribera
se arrulla con el suave silbido
del pescador que vuelve
se despierta
con el llanto hambriento
del gurisito costero
porque una luna deslechada
otra vez suspira
sin mas nada que su seno.

la ribera
guarda ardores
de amores
suaves y de los otros
con rabias de vino tinto

la ribera
ensueña veranos con eucaliptus
siestas recostadas
con risas escondidas
en la trama còmplice de los espinillos
ay! y las primeras caricias
de mi inicial adolescencia.

jueves, 1 de julio de 2010

aplausos y abrazos para él

ARRULLO


Será la caricia más privada la que pueda escribir mejor los recuerdos, una memoria donde placer y lágrimas buscarán el equilibrio. El delicioso baile del abandono entre notas de rocío, lugar para humedecer manos cómplices de sabrosos pecados; dedos que dirigen y ejecutan el compás adecuado a cada momento; a cada pausa, a cada tiempo, cómo llamar a esos instantes donde apetito y desorden se untan en vaho. Es la ventana la que se abre y las sombras danzan y cortejan cada pliegue del velo, risueño baile para no perderse un morir dulce y efímero. Un temblor y un vértigo, un desmayo que todo lo detiene, lícito conjuro para que la piel mojada sea un prólogo a una historia contada en presente.



Escribe en tu piel. A las sábanas nunca les molestará tu arrullo...


Publicado por Gabiprog en http://reflejosysusurros.blogspot.com/